Millones de brasileños luchan por pagar sus deudas
Con la llegada de la pandemia del covid-19 fue despedido y, desde entonces, ha tenido que hacer lo que pueda para garantizar su sustento y el de su hijo. Actualmente, vende mochilas que se exhiben en una lona para las personas que caminan por la concurrida calle de Río.
“Algunos días se vende, otros no. Algunos días venden cinco, ocho mochilas. En otros, vende dos. Es difícil, los guardias (municipales) quieren quitar (incautar) las mochilas”, lamenta Guilherme.
La pérdida de su trabajo también lo envolvió en una situación que hoy afecta a 66 millones de brasileños, según datos de la Confederación Nacional de Comerciantes (CNDL): el joven no puede pagar sus cuentas.
Sin una fuente estable de ingresos, Guilherme no puede pagar sus deudas de tarjetas de crédito. “No podía permitirme pagar el banco. Hice una tarjeta de crédito y no tenía dinero en el momento de pagar. Tengo deudas de tarjetas de dos bancos”, dice. “No tengo ningún plan para poder pagar eso. Esta dificil».
El default, es decir, facturas o deudas en mora, afecta, según la CNDL, a cuatro de cada diez brasileños adultos.
El número de morosidad en Brasil, en abril de este año, creció un 18,42% en comparación con el mismo período del año pasado. La deuda con los bancos es, según la CNDL, el principal motivo de mora: 63,8% del total.
Y, al igual que Guilherme, en promedio, los brasileños morosos deben dos empresas. Casi la mitad de los brasileños en el grupo de edad al que pertenecen los vendedores ambulantes (25 a 29 años) están en mora.
Pero no son sólo los jóvenes los que se enfrentan al problema, ni los bancos son la única fuente de deudas difíciles de pagar. Seu José Raimundo, de 67 años, también es autónomo. Trabaja desde hace años como limpiabotas, a pocos metros de donde Guilherme vende sus mochilas.
Y al igual que su compañero vendedor, se vio muy afectado por la pandemia. Todavía sin poder contar con una pensión -solicitó el Beneficio de Asistencia a la Tercera Edad, pero aún no ha recibido el aval de la Seguridad Social para recibir el dinero-, perdió gran parte de la clientela que utilizaba sus servicios antes del covid-19.
“Solo por la pandemia, me quedé en casa durante casi dos años. Luego me enfermé, sin poder hacer nada. Estuve tres años y poco sin trabajar. Y luego todo se retrasó. Mi mujer sola pagando todo: agua, luz, teléfono. Lo que más retrasé fue la factura del agua. Cuando salga el beneficio (de la Seguridad Social), lo hablo con el concesionario y lo pago a plazos. No quiero deberle nada a nadie. No tengo naturaleza de mal pagador”, dice el limpiabotas que recientemente recuperó su trabajo.
Tres de cada cuatro adultos mayores de 65 a 84 años están en mora en el país. Agua y electricidad concentran el 11,1% de la morosidad, porcentaje similar al de comercio, que representa el 11,6% de las deudas impagas.
Y la morosidad no perdona ni siquiera a quienes tienen un trabajo formal. Alessandro Gonçalves tiene 30 años y trabaja como portero en un edificio comercial en el centro de Río.
Todos los meses, tiene que hacer malabarismos para asegurarse de que su dinero satisfaga sus necesidades diarias. Y eso implica retrasar el pago de algunas facturas. “Es esa dificultad rutinaria. Tienes una factura que pagar y no puedes. Llega a fin de mes, toma el dinero para pagar la cuenta y falla. Nuestro salario, hacemos una cuenta y, cuando llega a fin de mes, no podemos pagar. Y luego tenemos que retrasar las facturas”.
Ingreso
Según Mérula Borges, especialista en finanzas de la CNDL, la pérdida de ingresos es una de las razones por las que la gente no paga.
“En la encuesta, cuando se les preguntaba a las personas sobre la razón por la que entraron en mora, dijeron que habían perdido ingresos o habían perdido a ellos mismos oa alguien en la familia”, dice Merula. “Esto es natural ya que, cuando los ingresos son más bajos, el espacio que ocupan los artículos básicos en el presupuesto familiar es mayor y las personas tienen menos posibilidades de hacer frente a los imprevistos que puedan ocurrir”.
Según el experto, quienes tienen menores ingresos también necesitan más disciplina financiera para evitar el incumplimiento.
“Hay, sí, una posibilidad de que la gente siga endeudada, a pesar de los menores ingresos, pero es mucho más difícil. Entonces, el foco de los que tienen menos ingresos debe estar en mejorar sus calificaciones, buscando cursos gratuitos, posibilidades de mejorar sus propios ingresos para estar en una situación un poco más cómoda”.
Merula dice que se necesitan políticas públicas para ayudar a los brasileños a salir de esta situación de default. El gobierno federal está preparando un programa, denominado Desenrola, que pretende renegociar hasta R$ 50 mil millones en deudas de 37 millones de personas.
La política está siendo elaborada por el Ministerio de Hacienda, que, en respuesta a la Agencia Brasilafirmó que “no se manifiesta sobre medidas en preparación”.
Foto de © Tomaz Silva/Agência Brasil